La
actividad está conformada por la lectura de un cuento. Antes de leer el texto
deberá responder las preguntas de conocimientos previos. Posteriormente una vez
realizada la lectura responderá la guía de trabajo que se encuentra al final.
Leo
y me divierto
Al
escuchar historias y relatos, tu mente traduce en imágenes los sucesos de la narración, recreándolos a tu
gusto
Antes
de iniciar la lectura, responde:
·
¿Crees que los capitanes de barco tienen muchas
historias para contar?
·
¿Te gustaría
escuchar una que un capitán loco le contó a una niña de nueve años que, a propósito, era su mejor
amiga?
LA
BRUJA DESARMADA
El
capitán loco no era cualquier capitán. Era oceanógrafo, es decir un estudioso de la vida marina. Socaire tenía nueve años y era
su mejor amiga; jugaban rayuela,
bailaban con platos sobre la cabeza y
tenían largas sesiones de... cuentería.
—Hoy
es 31 de octubre y la luna está llena —dijo esa noche el capitán y continuó—. ¿Quieres
que te cuente un cuento de brujas?
—Sí
—contestó Socaire—.¡Sí! ¡Sí!
—Bueno,
pues ahí va —dijo el capitán, y acomodándose, inició un terrorífico relato.
“Erase
una vez una niña llamada María Clara. Vivía en el bosque y tenía como mejor
amiga a una brujita buena que conocía a todos los habitantes y todos los secretos de la región.
Un
día, volando juntas en la escoba de la brujita, a la hora en que el manto de la
noche comienza a cubrirlo todo de oscuridad, llamó su atención una risa
macabra, terrorífica, pavorosa. Provenía de una casita ubicada del lugar donde
estaban. Allí vivía Ana Gabriela, una amiga de la brujita. María Clara y su amiga descendieron suavemente, evitando ser vistas.
La brujita sabía que algo raro ocurría. Esa risa no era de Gabriela. La
casa estaba habitada solamente por ella y su bebé, lo que significaba que alguna
criatura extraña andaba por ahí y no con muy buenas intenciones.
Se
acercaron sigilosamente, atisbaron por la ventana de la salita, nada por la de
la habitación, nada; por la de la cocina, nada; pero cuando María Clara, subida
en los hombros de la brujita se asomó por la ventana del baño se le pusieron
los pelos de punta.
—
¡Brujita! ¡Brujita! Una criatura horrorosa está detrás de tu amiga. Ella no se
ha dado cuenta; se está bañando y tiene al bebé acomodado en una sillita. Es
horrible, ¿qué hacemos?
La brujita
se subió en los hombros de María Clara y observó. Se quedo tiesa, paralizada.
Nada
podemos hacer, amiga, nada. Es Dévora, la más malvada y poderosa de todas las brujas. Es hija de
Maltemor, el padre del miedo. Su corazón está hecho de envidia y odia la felicidad.
Gabriela
era muy hermosa; sin duda, la envidia era la causa de que Dévora estuviera allí para causarle
daño a ella y a su bebé. Mamá e hijo
salieron del baño y ella colocó al bebé en su sillita junto a la ventana y se sentó en su peinador frente al espejo a cepillarse el cabello. Desde donde estaban,
María Clara y la brujita vieron
claramente la imagen de Gabriela en el
espejo, pero no la de la bruja que se acercaba sin que ella se diera cuenta. Los seres malignos no se reflejan en
los espejos
Dévora
emitió un:¡ pssst! Gabriela se dio
vuelta y, al verla, quedó petrificada. La bruja le quitó el cepillo y comenzó a
peinarla lentamente. A cada paso del cepillo, Gabriela se iba
convirtiendo en un alga, sin poder hacer
nada, ni siquiera moverse. Luego, se dio vuelta y se dirigió hacia el bebé. Al
verla de frente, a nuestras amigas se les congeló hasta la última gota de
sangre. Levantó sus horribles manos, como las
garras de un dragón pero, de pronto, sin saber cómo, quedó congelada.
El bebé comenzó a sonreírle con una inmensa ternura, como si tuviera ante la
más hermosa de las hadas. El amor que irradiaba aquella pequeña criatura la
inundó de tal manera que, por primera vez, en sus quinientos años de edad, dos
lágrimas rodaron por sus mejillas.
Al
caer estas al piso, Gabriela recuperó su figura y el aire se desocupó de miedo. La bruja, totalmente confundida, tomó su saco
repleto de miedos y salió volando por la
chimenea.
María
Clara y la brujita saltaron de alegría. Entraron a la casa, se abrazaron con
Gabriela y todos, bebé, mamá, brujita y María Clara, celebraron felices con
compota de manzana”.
Socaire
estaba aterrada, pero a la vez contenta. El capitán concluyó:
—Y
así termina este cuento... ¿Sabes? Me acordé de otro que me contaron unos
amigos; se llama Los héroes que
vencieron todo menos el miedo, ¿te lo cuento?